En la anterior entrada explicamos qué es el dolor y los parámetros físicos y químicos que nos pueden indicar que nuestra mascota está sufriendo. En esta entrada trataremos el reconocimiento del dolor y mostraremos diferentes herramientas para reconocerlo a través de los cambios de comportamiento:
Reconocimiento del dolor
Como hemos explicado anteriormente, el reconocimiento del dolor en mascotas es un reto al que nos enfrentamos veterinarios y propietarios ya que por su propia naturaleza los animales no evidencian síntomas ni muestran debilidades.
Existen diferentes signos o cambios que podemos observar para detectar si nuestra mascota sufre algún tipo de dolor. A continuación se muestra una lista con los principales signos:
Dolor agudo:
- Cambios posturales y de expresiones faciales: puede observarse tensión en la expresión facial y corporal por no encontrarse cómodos. No utilizan las posturas habituales de descanso.
- Vocalizaciones: deben diferenciarse de la posible disforia sufrida al despertar de una anestesia que puede durar al rededor de 30 minutos tras el despertar.
- Rechazo e incluso reacción agresiva ante el contacto
- Movilidad alterada, se pueden detectar cojeras o marchas encorvadas
- Anorexia / hiporexia: es habitual con el sufrimiento de dolor agudo los animales pierden el apetito
Dolor crónico:
- Vitalidad y movilidad: capacidad para desplazarse de forma fluida
- Actividades diarias: juego, salto, acceso a bandeja de arena en los gatos…
- Alimentación: La hiporexia un signo habitual de malestar es la pérdida de apetito. No debemos tomar este punto cómo único criterio para valorar el bienestar de nuestra mascota ya que hay patologías que generan un aumento de apetito y no por ello significa que se encuentren bien.
- Acicalamiento puede verse reducido (por no poder llegar a la postura adecuada o malestar) o aumentado cuando es un acicalamiento referido a una zona concreta donde irradia el dolor.
- Sedentarismo y descanso: Cuando una mascota no se encuentra bien y/o tiene dolor suelen rechazar moverse. Debemos vigilar la postura de reposo ya que cuando sienten dolor no suelen adoptar una postura cómoda y relajada sino que se encuentran en tensión.
- Sociabilidad y afectividad: podemos sospechar que nuestro amigo sufre dolor si siempre ha sido cariñoso y ahora evita nuestro contacto o si por el contrario era más arisco y ahora busca nuestra compañía.
- Temperamento: es una respuesta posible ya no sólo por tocar la zona directamente afectada sino que el dolor genera irritabilidad e incluso agresividad
Puedes encontrar información complementaria en las guías publicadas por la WSAVA para el reconocimiento, valoración y tratamiento del dolor en perros y gatos.
En la próxima entrada hablaremos de las diferentes opciones de tratamiento del dolor en mascotas.